No podemos protestar, no podemos
decir lo que pensamos, no estamos en las mejores condiciones, es que si digo
algo me echan…
Todas estas frases son las que
llevamos escuchando desde hace unos años, debido a la precaria situación en la
que nos encontramos.
Estamos sometidos al poder de
los empresarios, de los jefes, y al de aquellos “personajes” a los que a veces,
les parece que son tu jefe.
Decimos que tienen la sartén por
el mango, cosa aparentemente cierta, pero realmente, la sartén por el mango, la
tenemos NOSOTROS.
Vale que no estamos en nuestro
mejor momento, que todos tenemos deudas, gastos, hipotecas y mil cosas que
pagar, y por lo tanto, necesitamos trabajar para poder hacerles frente, pero es
mucho más importante nuestra salud y bienestar que un trabajo en el que no
estamos a gusto y donde no se nos trata como se debe, con el respeto que
merecemos.
No debemos perder el tiempo.
Conozco a gente que desde hace
años lleva quejándose, sintiéndose mal cuando llegan a casa, lamentándose,
porque en su trabajo no se les trata bien, se les llega incluso a
humillar, pero no pueden decir nada. Y ojo, el que se atreve a decir
algo, ya queda “fichado” por los “manda más” como alguien que se revela,
alguien “peligroso” con el que hay que tener mucho cuidado y por lo tanto,
alguien con el que hay que acabar.
Se me cae el alma al suelo.
Todas estas cosas nos llevan a
situaciones en las que podemos comenzar a padecer ciertos problemas con nuestra
salud. Puede que haya gente que desconozca
que los ejemplos que voy a poner tienen un nombre y se corresponden con algo
específico, pero sería estupendo que todos los conocieran.
Seguro que todos conocéis a
alguien que se siente poco motivado o aburrido en su trabajo,
insatisfecho, no le encuentra sentido a su labor, podría acabar sus
tareas más rápido de lo que las hace o que envía correos electrónicos a los
amigos durante su jornada.
Si lo conocéis, o vosotros mismos os sentís
así, puede que padezcáis el Síndrome
de Boreout.
Este síndrome aparece por la falta de acción en el puesto de trabajo y puede convertirse en una fuente de estrés debido al aburrimiento crónico.
Todo esto se debe a la falta de planificación, de reconocimiento de los supervisores, de hacer las labores más repetitivas, tareas monótonas, etc.
Por otro lado tenemos a las
personas que tienen cargas de
trabajo excesivas, falta
de claridad de las funciones del puesto, ninguna participación en la toma de
decisiones que le afectan, falta de influencia en el modo en que se lleva a
cabo el trabajo, una comunicación ineficaz, poco apoyo por parte de la
dirección o los compañeros, e incluso acoso psicológico y sexual, o violencia
ejercida por terceros.
Estas personas están sometidas a
unos riesgos psicosociales que pueden desencadenar en un
cuadro de estrés laboral, depresión, agotamiento y resultados psicológicos,
físicos y sociales negativos, todo ello debido a las deficiencias en el diseño,
la organización y gestión, así como de un escaso contexto social en el trabajo.
También encontramos a ese grupo
de personas que se sienten agotadas, incapaces de dar más de sí mismos a nivel
emocional, estresadas en su tiempo libre, suspicaces, ineficaces porque se
sienten incompetentes en su trabajo, sufren de insomnio, dolor de cabeza, trastornos
digestivos y dolores musculares, entre otras cosas.
En este caso estamos hablando del Síndrome del Burnout (Síndrome de Estar quemado por el
trabajo).
Este síndrome suele darse principalmente en las profesiones
de alto contacto con personas, con horarios de trabajo excesivos (por lo
general, superiores a las 8 horas), con remuneración económica inadecuada y
cuando no se cambia de ambiente laboral en un largo tiempo.
Todo
esto, dándole un buen enfoque, se puede prevenir y aunque a veces no sea posible,
se puede gestionar de una forma correcta.
Las evaluaciones en esta materia son muy importantes, ya que existen métodos para su medición, y sobre todo, es fundamental la participación de los trabajadores.
La afloración de estos
sentimientos hace que nos vengamos abajo, que no nos sintamos útiles ni bien
con nosotros mismos, y esto además, afecta a las familias y a los seres
queridos, porque ni te ven bien y porque siempre se acaba pagando todo con
ellos, y por lo tanto se corre el riesgo de pederlos.
Sé que no es fácil. Que es muy
sencillo escribirlo o decirlo, pero no es nada fácil.
Lo único que tenemos que tener
claro es que nosotros mismos somos mucho más importantes que un trabajo que no
nos llena, un trabajo en el que no se nos respeta.
Puede que no encontremos el
trabajo perfecto en un tiempo, pero llegará. Seguro que llegará.
Tenemos la capacidad de decidir
qué queremos en nuestra vida y tenemos todo el derecho a vivirla como queramos.
No dejéis que nadie os diga lo
que tenéis que hacer o decir. Que nadie os diga que no valéis o que no sois
capaces de hacer algo.
Hay que ser valiente y saber
decir las cosas que no nos gustan con asertividad y hacernos respetar.
No hay que esconderse en la
excusa de que como las cosas no están bien debemos tragar.
Aunque no lo parezca, nosotros somos los que realmente tenemos el poder.
Hay que atreverse a dar el paso
que nos ayude a empezar a ser más felices.
Ya es hora de decir –BASTA -
María Victoria Medrano.
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