viernes, 6 de junio de 2014

Cuando se colma el vaso


No podemos protestar, no podemos decir lo que pensamos, no estamos en las mejores condiciones, es que si digo algo me echan…

Todas estas frases son las que llevamos escuchando desde hace unos años, debido a la precaria situación en la que nos encontramos.

Estamos sometidos al poder de los empresarios, de los jefes, y al de aquellos “personajes” a los que a veces, les parece que son tu jefe.

Decimos que tienen la sartén por el mango, cosa aparentemente cierta, pero realmente, la sartén por el mango, la tenemos NOSOTROS.

Vale que no estamos en nuestro mejor momento, que todos tenemos deudas, gastos, hipotecas y mil cosas que pagar, y por lo tanto, necesitamos trabajar para poder hacerles frente, pero es mucho más importante nuestra salud y bienestar que un trabajo en el que no estamos a gusto y donde no se nos trata como se debe, con el respeto que merecemos.
No debemos perder el tiempo.

Conozco a gente que desde hace años lleva quejándose, sintiéndose mal cuando llegan a casa, lamentándose, porque en su trabajo no se les trata bien, se les llega incluso a  humillar, pero no pueden decir nada. Y ojo, el que se atreve a decir algo, ya queda “fichado” por los “manda más” como alguien que se revela, alguien “peligroso” con el que hay que tener mucho cuidado y por lo tanto, alguien con el que hay que acabar.

Se me cae el alma al suelo.

Todas estas cosas nos llevan a situaciones en las que podemos comenzar a padecer ciertos problemas con nuestra salud. Puede que haya gente que desconozca que los ejemplos que voy a poner tienen un nombre y se corresponden con algo específico, pero sería estupendo que todos los conocieran.

Seguro que todos conocéis a alguien que se siente poco motivado o aburrido en su trabajo, insatisfecho,  no le encuentra sentido a su labor, podría acabar sus tareas más rápido de lo que las hace o que envía correos electrónicos a los amigos durante su jornada.

Si lo conocéis, o vosotros mismos os sentís así, puede que padezcáis el Síndrome de Boreout.

Este síndrome aparece por la falta de acción en el puesto de trabajo y puede convertirse en una fuente de estrés debido al aburrimiento crónico.

Todo esto se debe a la falta de planificación, de reconocimiento de los supervisores, de hacer las labores más repetitivas, tareas monótonas, etc.

Por otro lado tenemos a las personas que tienen cargas de trabajo excesivas,  falta de claridad de las funciones del puesto, ninguna participación en la toma de decisiones que le afectan, falta de influencia en el modo en que se lleva a cabo el trabajo, una comunicación ineficaz, poco apoyo por parte de la dirección o los compañeros, e incluso acoso psicológico y sexual, o violencia ejercida por terceros.

Estas personas están sometidas a unos riesgos psicosociales que pueden desencadenar en un cuadro de estrés laboral, depresión, agotamiento y resultados psicológicos, físicos y sociales negativos, todo ello debido a las deficiencias en el diseño, la organización y gestión, así como de un escaso contexto social en el trabajo.

También encontramos a ese grupo de personas que se sienten agotadas, incapaces de dar más de sí mismos a nivel emocional, estresadas en su tiempo libre, suspicaces, ineficaces porque se sienten incompetentes en su trabajo, sufren de insomnio, dolor de cabeza, trastornos digestivos y dolores musculares, entre otras cosas.

En este caso estamos hablando del Síndrome del Burnout (Síndrome de Estar quemado por el trabajo).
Este síndrome suele darse principalmente en las profesiones de alto contacto con personas, con horarios de trabajo excesivos (por lo general, superiores a las 8 horas), con remuneración económica inadecuada y cuando no se cambia de ambiente laboral en un largo tiempo.

Todo esto, dándole un buen enfoque, se puede prevenir y aunque a veces no sea posible, se puede gestionar de una forma correcta.

Las evaluaciones en esta materia son muy importantes, ya que existen métodos para su medición, y sobre todo, es fundamental la participación de los trabajadores.

La afloración de estos sentimientos hace que nos vengamos abajo, que no nos sintamos útiles ni bien con nosotros mismos, y esto además, afecta a las familias y a los seres queridos, porque ni te ven bien y porque siempre se acaba pagando todo con ellos, y por lo tanto se corre el riesgo de pederlos.

Sé que no es fácil. Que es muy sencillo escribirlo o decirlo, pero no es nada fácil.

Lo único que tenemos que tener claro es que nosotros mismos somos mucho más importantes que un trabajo que no nos llena, un trabajo en el que no se nos respeta.

Puede que no encontremos el trabajo perfecto en un tiempo, pero llegará. Seguro que llegará.

Tenemos la capacidad de decidir qué queremos en nuestra vida y tenemos todo el derecho a vivirla como queramos.

No dejéis que nadie os diga lo que tenéis que hacer o decir. Que nadie os diga que no valéis o que no sois capaces de hacer algo.

Hay que ser valiente y saber decir las cosas que no nos gustan con asertividad y hacernos respetar.

No hay que esconderse en la excusa de que como las cosas no están bien debemos tragar.

Aunque no lo parezca, nosotros somos los que realmente tenemos el poder.

Hay que atreverse a dar el paso que nos ayude a empezar a ser más felices.

Ya es hora de decir –BASTA -


María Victoria Medrano.

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